Birmania, la gran olvidada de Occidente















Este artículo fue escrito a principios del año 2001. Lo mandamos a varios diarios nacionales y ninguno quiso publicarlo. Sólo El País de Otro Mundo, de la CGT, lo hizo. Desde entonces las cosas han cambiado algo, pero no tanto

Unión de Myanmar, antigua Birmania, sufre una de las dictaduras más feroces de las existentes. Los medios de comunicación no suelen prestar mucha atención a lo que ocurre en ese país. Los motivos que impiden su difusión es sencillamente que la represión ejercida no ha contado, como en la matanza de estudiantes de 1988, con ninguna difusión televisiva y por lo tanto no ha formado parte de ningún espectáculo mediático. Cuando se habla de derechos humanos es preocupante la dejadez internacional con el país. En los últimos días cuando se habla de la situación política de Malasia o Indonesia nadie recuerda la represión masiva de sus vecinos birmanos. Este artículo ha sido enviado a varios medios de comunicación estatales sin que ninguno se haya interesado por su publicación, lo que nos confirma que, para algunos, sólo es publicable aquello que tiene algo de espectáculo, aunque se intente camuflar como denuncia.


A finales del pasado mes de enero fueron puestos en libertad 84 militantes de la Liga Nacional por la Democracia (LND). La medida hay que relacionarla con la llegada de una delegación de la Unión Europea a este país. Dichos representantes se entrevistaron con el general Khin Nyunt y el Ministro de Exteriores Gana Aung. También con la líder de la oposición y Premio Nóbel de la Paz (1991), Aung San Suu Kyi, ganadora de las elecciones de 1990 con el 80% de los votos; consiguió 392 de los 485 escaños en liza. Los militares, que consiguieron el 10%, se negaron a abandonar el poder y dieron paso a una dictadura sangrienta. Según la Asociación de Apoyo a Birmania con sede en Oslo, 40 de aquellos diputados están encarcelados, 193 son vigilados permanentemente, 167 fueron obligados a renunciar a su escaño, 22 viven en el exilio y 41 han fallecido. Aung Suu San Kyi ha permanecido en arresto domiciliario más de ocho años. Pero no es la única. U Saw Mira Aung, presidente de la clandestina Asamblea Nacional de 82 años de edad, fue detenido en 1998. Su edad avanzada, sus problemas de salud y la situación de las cárceles no ha impedido a los militares encarcelar al anciano político. U Aye Thar Aung secretario de la ilegal Asamblea Popular, fue arrestado en abril del 2000, y según la organización noruega no se sabe nada sobre su paradero. Min Ko Naing, responsable de la Federación Birmana de Estudiantes, arrestado el 24 de marzo de 1989 y, después de 12 años en prisión, puede quedar paralítico a consecuencia de los malos tratos recibidos. Una compañera de lucha estudiantil, Tin Nyo de 26 años, se suicidó en 1993, después de su arresto por los militares en 1990, sufriendo toda parte de bajezas y malos tratos, como el recibir patadas en el pubis por parte de los torturadores con las botas de campaña. Por eso las medidas de gracia deben tomarse con cautela y prudencia, ya que los diferentes procesos aperturistas de los años 62, 88 y 90, fueron interrumpidos por la fuerza de las armas.


Desde octubre pasado representantes militares y de la oposición han mantenido diferentes encuentros. No se sabe mucho de estas conversaciones. El Gobierno de Coalición Nacional en la oposición ha manifestado su apoyo a los mismos. El promotor del diálogo ha sido el enviado especial de las Naciones Unidas, Razali Ismail, que ha viajado últimamente tres veces al país. Un representante de la LND en Mandalay, segunda ciudad del país, nos manifestó que Ismail hizo saber a los militares que la comunidad internacional iba a endurecer las sanciones si no se daba paso hacia la democracia y la reconciliación. Esperamos que estos buenos deseos no se queden sólo en palabras. El país sufre una fuerte crisis interna. En 10 de sus 14 estados existen diferentes guerrillas. Las de tipo político luchan por la libertad, la autonomía y el reconocimiento de sus diferencias étnicas. Existen cerca de 140 etnias, pero los militares no reconocen más que 60. La guerrilla más importante es la de la Unión Nacional Karen (KNU), que ha llegado a tal nivel de actividad que cualquier ciudadano extranjero no tiene ninguna posibilidad de visitar el estado Karen. La represión contra la etnia karen ha sido terrible; miles de sus habitantes han tenido que emigrar a campos habilitados en Tailandia, donde se agolpa el mayor número de refugiados del sudeste asiático. Aproximadamente 100.000 karen se encuentran en 11 campos diferentes. Pero no son los únicos, hace años se dio bastante notoriedad al Ejército de Dios, liderado por los Gemelos Htoo que a principios de año dejaron las armas y pidieron asilo político en Tailandia. 300.000 sham han tenido que abandonar sus hogares en los últimos años y refugiarse también. Se calcula entre 500.000 y 1.000.000 el número de refugiados birmanos. Los líderes de la Guerrilla Sham (SSA) han pedido continuamente ayuda internacional para sus campos de refugiados. Los SSA están en guerra con los militares, pero también con la Guerrilla UWSA que, apoyada por el ejército, intenta controlar las carreteras para abrir vías seguras que den salida a las drogas. El control sobre el tráfico de estupefacientes es otro conflicto.

Myanmar es el segundo productor de opio del mundo. Heroína y anfetaminas se elaboran y distribuyen por las mismas vías. Forma junto a Tailandia y Laos el triángulo de oro de la droga. En muchos estados se enfrentan y encuentran guerrillas políticas y narcoguerrillas. El gobierno ha pactado con algunas de estas últimas para garantizarse una cierta paz interna. En esos acuerdos se permite a los “señores de la droga” obtener permisos para realizar actividades legales. Así han surgido hoteles de lujo, casinos, mejoras en las comunicaciones y en el transporte y en el desarrollo de nuevos cultivos agrícolas, creando empleo y dotando de una infraestructura turística más moderna a la nación. Es una de las formas de que el dinero surgido del opio vuelva al país. Khun Sa uno de estos “señores”, vive tranquilamente en la capital, Yangon, aunque EEUU ha pedido continuamente su extradición para ser juzgado. Otro de los “grandes” Lo Sing-Han se encuentra en situación similar. La complicidad entre narcos y Junta Militar parece ser que está más que probada, lo que motivó que la “IV Conferencia Internacional de la INTERPOL sobre la Heroína”, que se celebró en el país en 1999, fuera boicoteada por muchos países que no tenían ninguna duda sobre la implicación de los militares en la comercialización de la misma. Las guerrillas políticas, sobre todo las Shan y la Wa, han prometido eliminar los campos de cultivo de opio existentes en sus territorios, a cambio de ayuda internacional para cambiar dichas plantaciones por cultivos alternativos. Estas guerrillas operan en zonas muy empobrecidas y el cultivo del opio es su única manera de sobrevivir. No se sabe de ninguna respuesta positiva a esta propuesta. Sin embargo en 1998 la ONU puso en marcha un programa para la eliminación del opio y la coca, antes del 2008, en tres zonas del planeta (América Latina, Sudeste y el Sudoeste Asiático). Diferentes ONG’s están preocupadas porque el deterioro de los derechos humanos puede aumentar y justificarse como consecuencia del desarrollo de dicho programa.

Pero los generales tienen más problemas. El país sufre una importante crisis económica, en parte por las sanciones dictadas a nivel internacional. La situación se deteriora cada día. Un ejemplo. En todos los folletos turísticos recientes, se indica que un 1 dólar debe cambiarse por 350 kyats; hace quince días el cambio era de 435. Empresas extranjeras se han negado a invertir, como Levi Strauss. Para otras multinacionales la situación del país les es indiferente. En octubre pasado se produjeron manifestaciones en 16 ciudades del mundo contra Suzuki por este motivo. Los grandes negocios, aparte de los realizados por militares y narcos, los realizan los chinos, que cruzan las fronteras con total impunidad. Poco a poco se están convirtiendo en una elite privilegiada mirada con recelo y envidia por los birmanos. Los primeros tienen de todo, los segundos casi de nada. La convivencia entre ellos va en vías de convertirse en otro conflicto, este de carácter urbano. La Unión de Jóvenes Monjes Birmanos sufre habitualmente acoso por parte del ejército. Los monjes son un poder determinante. El más carismático Thar Ma Nya Sayardaw, de 85 años, se ha negado durante años a ser fotografiado con los gobernantes. Para los jóvenes la situación es alarmante. La educación es muy deficiente. Las universidades son cerradas con bastante frecuencia. Todavía se recuerdan las matanzas de miles de estudiantes del 8 de agosto de 1988. El aumento del consumo de drogas y el SIDA empiezan a ser significantes. Las borracheras en karaokes son habituales. En esos mismos lugares es fácil ligar; un tipo de prostitución encubierta. Aunque la prostitución es ilegal, en los hoteles lujosos las prostitutas atienden, casi exclusivamente, a chinos. Las más jóvenes, son enviadas a Tailandia, volviendo antes de cumplir los 30 años, son ya muy mayores para ejercer este oficio. Malaria, tuberculosis y otras enfermedades están presentes en diferentes zonas.

Además de lo anterior, el 19 de febrero fallecía el número dos del régimen, el General Tin Oo, en un accidente de helicóptero. La versión oficial es que el motivo fue el mal tiempo. Otra versión mantiene que fue la guerrilla sham la que derribó, con un proyectil, el aparato en el que viajaba. No sería de extrañar ya que dicho general había sido victima de varios intentos de asesinato en los últimos años. También se piensa que ha sido víctima de los propios servicios secretos del país, ya que el general fallecido, opositor radical a cualquier tipo de apertura, estaba enfrentado frontalmente con el general Khin Nyunt, responsable de los servicios de inteligencia y partidario de una apertura controlada y del diálogo con la oposición.

La comunidad internacional denuncia la situación del país habitualmente. La OIT condenó la práctica habitual de trabajos forzosos (87ª sesión - Julio 1999). Según organizaciones de derechos humanos más de 700 presos fueron utilizados como portadores, escudos humanos y detectores de minas antipersonales. Muchos niños trabajan como auténticos esclavos. Ellos y los adultos son obligados a trabajar en construcciones públicas. La ONU ha condenado en repetidas ocasiones al régimen militar. La ACNUR advierte sobre la grave situación de los refugiados. Todo es aún más negativo: la ley que se debería aprobar en EEUU para condenar el comercio con el régimen militar, nunca verá la luz. Japoneses, franceses, chinos y otros países siguen intensificando los acuerdos, no tienen ningún miramiento en denunciar la situación y al mismo tiempo sentarse y hacer negocios con el régimen. Tailandia está dispuesta a repatriar a todos los refugiados en los próximos tres años, mientras el gobierno indio ya ha repatriado a miembros de la etnia chin.

A pesar de todo, el aislamiento internacional es notorio. En las páginas amarillas de la capital contamos solamente 26 delegaciones diplomáticas. Cientos de parlamentarios de todo el mundo, apoyando la iniciativa del Primer Ministro Birmano en el exilio Sein Win, están realizando una campaña de apoyo a sus colegas birmanos. Los eurodiputados españoles José María Mendiluce, Joan Colom, Gorka Knorr, Camilo Nogueira, Alejandro Agag y Laura González, entre ellos. Suecia ha creado un fondo de ayuda a los refugiados. Por su parte el gobierno español, en su línea habitual de desprecio a los derechos más elementales de los ciudadanos, a través de la embajada en Bangkok, denegó un visado para visitar nuestro país a un dirigente estudiantil birmano exiliado. No obstante recientemente una delegación de los Karen mantuvo una reunión no oficial con el responsable del Ministerio de Asuntos Exteriores. La UE en sus encuentros con la Asociación de Naciones del Sureste Asiático (ASEAN) ha manifestado la dificultad de cooperación entre las mismas mientras persista el régimen. Ciertas multinacionales también presionan. No son solamente motivos democráticos, más bien tienen connotaciones económicas: en algunos territorios controlados por la guerrilla hay yacimientos de petróleo. Empresarios internacionales no están dispuestos a seguir pagando comisiones a los generales y sus familias para poder desarrollar sus negocios. El país podría ser un destino favorito para el turismo, pero son pocos los extranjeros que acuden. Unos por el llamamiento de Aung San Sun Kyi de no viajar mientras que en el país no acabe la dictadura, otros por la imposibilidad de moverse con libertad, ya que varios estados son inaccesibles. Las comunicaciones telefónicas con el exterior son una odisea, las condiciones culturales por la falta de libertad tampoco ayudan. No es posible encontrar un periódico internacional. En todo el país sólo se publica The New Light of Myanmar, un panfleto. No puedes acceder a internet y sólo en algunos hoteles, hay correo electrónico. En nuestro país existe una página en la red que se dedica a la difusión de la situación de Myanmar:
www.pangea.org/byama. Muchas de nuestras informaciones y conocimiento sobre el país han sito tomadas de esta dirección virtual. Por ella hemos podido saber que dentro de la Campaña por la Libertad de los Pueblos de Birmania, se han convocado las Primeras Experiencias Solidarias con las Comunidades Birmanas en Tailandia. Una actividad de voluntarios españoles que apoyarán a organizaciones de refugiados durante el próximo verano.

En Myanmar comienza a concebirse una posible salida que ponga fin a tantos años de dictadura. La comunidad internacional tiene que manifestarse activamente, apoyando las conversaciones que han comenzando y denunciando con más claridad las actividades de los militares, favoreciendo iniciativas de cambio que ayuden a salir adelante a casi 50 millones de personas cuyo destino parece importar muy poco a los gobiernos democráticos que, como siempre, anteponen los resultados económicos a cualquier otra consideración

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