Diversidad y especulación musical

Artículo publicado en El Periódico de Aragón, hoy sábado día 2 de agosto, en la sección “El artículo del día”.

Se valora poco el contenido artístico. El desmedido coste de las entradas, motivado por pujas por cabezas de cartel, hace que en nuestro país se paguen los cachés más elevados de Europa.

Por Luis Calvo Panzano y Rubén Caravaca (*)

La finalización de la XVII Edición de Pirineos Sur es un buen pretexto para reflexionar sobre algunos aspectos de nuestras músicas populares que han estado muy presentes en los medios de comunicación. La música suele encuadrarse en una serie de marcos donde prevalecen los tópicos. La reiteración continua hace parecer que solo existe lo que se menciona y la realidad es bien distinta. La música popular no son exclusivamente las grandes giras y espectáculos, la piratería, la gestión de derechos de autor o el canon digital.

Es solo una mínima parte. Algunos datos: el 65% de la música editada nunca llega a las estanterías, ni por lo tanto a consumidores y medios de comunicación; en Alemania se estimaba, en el 2004, que sólo 216 autores vivían de los derechos de autor. El 37% del material grabado tiene su origen en copias sociales; 2.500 millones de vídeos, la mayoría musicales, se transmiten al mes por Internet.

La concentración discográfica y mediática muestra solo a determinados artistas. La libertad de pensamiento y de opinión puede socavarse en función de intereses económicos. Durante las jornadas Confluencias celebradas en Panticosa en los últimos días del Festival, se manifestó la relación entre información e inversión publicitaria, una forma da autocensura que priva de acceder a los medios a aquellas propuestas más innovadoras, plurales y diversas, y se evita cualquier comentario crítico con los que se tiene intereses.

Se relaciona el boom de festivales con la caída de la burbuja inmobiliaria. Hace tiempo lo advertimos. No hay que sorprenderse. La mayoría se mueve por intereses económicos y comerciales. En alguno se ha vetado la presencia de determinados medios y periodistas sin apenas comentarios; se valora poco el contenido artístico y el desmedido coste de las entradas motivado por pujas por cabezas de cartel, que hace que en nuestro país se paguen los cachés más elevados de Europa. Se habla del elevado precio de los CDs, pero nunca de lo que cuesta una entrada. Es la lógica de la sociedad del espectáculo. Encabezamos la especulación artística como antes la inmobiliaria.

ES PREOCUPANTE que algunas administraciones amparen, implícita o explícitamente estos comportamientos. El dinero público debe servir para otros cometidos. Apoyar lo novedoso, aquello que el mercado no puede amparar. Promover la diversidad artística, garantizar la pluralidad, la libertad y respetar la transparencia informativa. La falta de normativas y legislación adecuadas están abriendo puertas a aquellos para los que la cultura es sólo una excusa para otros intereses, algunos de difícil calificación. Hay que promover la instauración de la denominación excelencia cultural que diferencie a unos y otros.

En una sociedad democrática, respeto e igualdad deben prevalecer. En la música no se trata de similar manera a todos. Depende del lugar de origen, del color de la piel y/o de las creencias. Es conveniente la creación de un visado cultural. Las propuestas más atractivas se pueden estar desarrollando en países --denominados-- del tercer mundo. Nada de extrañar. La inexistencia de grandes industrias culturales les permite desarrollar el talento con total libertad. La igualdad legal debe dar paso a la real. Los que presumen de amparar los derechos de los creadores deben manifestarse ante el expolio que sufren muchos de ellos y garantizar que lo que generan les sea remitido, no cayendo en un cajón de sastre del que luego se benefician otros.

Los promotores privados deben cumplir legislaciones y normas. Es más fácil echar la culpa a otros ante el incumplimiento de la legalidad. Se ha polemizado sobre los visados. Todos los conciertos de Pirineos Sur, excepto uno, estaban relacionados con las grandes capitales africanas por lo tanto muchos de los grupos debían viajar con el correspondiente permiso. Solo ha faltado un artista. Una excepción cuya gestión no se ha realizado ni desde España, ni por una empresa española. Los colectivos independientes nacionales trabajan con profesionalidad, sabiendo moverse con soltura ante la complicidad administrativa. No por ello debe dejarse de reclamar un visado para los creadores. La mayoría nunca se quedará a vivir entre nosotros. En sus países gozan de reconocimiento y sus ingresos permiten vivir a varias familias y ayudan a la creación y consolidación de espacios culturales independientes, colaborando al desarrollo de sus países. No se les puede enjuiciar con los mismos términos que a los demás. Las contemporaneidades son diferentes; sus maneras y formas de vida también. No se les puede exigir aquello que no se requiere a nuestros artistas. Es otra manera de discriminación, más sutil, y por lo tanto más indigna.

SE ESTÁN produciendo cuantiosos cambios en la música y en todo lo que la rodea. Las nuevas tecnologías y el comportamiento de muchos van a incrementarlos. Administración, entidades, empresas, colectivos, artistas y medios de comunicación tienen que invertir en I+D cultural, para no quedarse desfasados sin disfrutar de los tiempos que se avecinan.

Las sinergias van a dar un impulso a lo creativo, evitando sucumbir ante especulaciones artísticas. El respeto debe ser lo habitual. El reconocimiento de las propuestas independientes es esencial para garantizar la resistencia -ante industrias e instituciones-, la disidencia --mostrando la diversidad- y su poder de incidencia en programaciones y actividades.

En septiembre se celebrará en el Mercat de Música Viva de Vic, el II Foro de Músicas Populares promovido por el Ministerio de Cultura. Debe ser una oportunidad para acometer esta nueva realidad. Si en el mismo no están representadas todas las partes, se evita la discusión y el debate, será otra vez un intento fallido y van.

Director de Pirineos Sur y miembro de Fabricantes de Ideas / La Fábrica de Ideas, respectivamente

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