En esto llegó Fidel, se acabó la diversión (IV). Música en continuo cambio

En el país hay más de cuatrocientos cines, más de ciento treinta en La Habana, cifra a la que no llegan París o Nueva York. En muchos es habitual que haya actuaciones musicales entre los diferentes pases de películas. América, Fausto, Payret o Blanquita son los más conocidos, éste último con más de seis mil seiscientas butacas. En los jardines de las cervecerías Polar y La Tropical son habituales las grandes sesiones bailables que duran horas. En los centros Gallego, Asturiano, Deportivo La Estrella o en el Club Condado se realizan sesiones musicales privadas. Como en Las Águilas, donde la Orquesta Aragón prueba sus temas antes de presentarlos en público.

Son años de cambios musicales. Bebo Valdés da vida a un nuevo género denominado batanga. Niño Rivera viaja a Méjico y recorre Europa. 1956 es el año de la consolidación, aunque su fundación tuvo lugar en 1939, de la mencionada Orquesta Aragón, con “El bodeguero” que Nat King Cole da a conocer en todo el mundo. El filin, que comenzó a fraguarse en 1941, empieza a despegar en el Callejón de Hammel, en casa de Ángel Díaz, hijo del trovador Tirso Díaz. En la esquina entre Virtudes y Soledad tienen lugar las tertulias previas. Niño Rivera, César Portillo de la Luz, José Antonio Méndez, Leonardo Morales, Justo Fuentes… son algunos de los asistentes. Bebo les dedica “Jóvenes del filin”. También forman parte del colectivo Giraldo Piloto, Alberto Vera, Armando Peñalver, Marta Valdés que compone en 1958 “Tú no sospechas”, Tania Castellanos, Ñico Roja, recientemente fallecido, Frank Domínguez y Aida Diestro que, en 1952 forma el Cuarteto D’Aida con Elena Burke, Moraima Secada, Haydée y Omara Portuondo, todas ellas integradas o cercanas a este movimiento.

La industria discográfica es muy potente. Areito, Discuba, Gema, Kubaney, Meca, Montilla, Neptuno, Panart, Puchito, RCA-Víctor, Sonotone y Velvet es donde principalmente graban los artistas de la isla. Algunos lo hacen también en “disqueras” de Nueva York, como la Sonora Mantancera, Celia Cruz, Vicentico Valdés o Guillermo Portabales, uno de los grandes de la música guajira. Las gramolas o victrolas son esenciales para la extensión de nuevos ritmos y artistas, convirtiéndose en un recurso esencial para el desarrollo de la industria discográfica nacional. En 1956 había más de 10.000 en toda la isla instaladas en bares, bodegones, barrios, comercios, y locales habilitados en los grandes centros azucareros y rurales. En las situadas junto a night clubs y bares o locales asociados a la prostitución, el bolero es la música escuchada. Publicaciones como Bohemia, Carteles, Confidencial y la mencionada Show, reflejaban toda la actualidad artística y musical que se desarrolla en tiempos pre-revolucionarios; informaciones que también tienen cabida en los 58 periódicos diarios o las 126 revistas de información general que se editan a la semana.

(*) Foto; Bebo Valdés con Orestes Urfé, Obdulia Breijo y Roberto Tibeau en el Casino Sevilla.

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