Boris Vian, navegante del mundo (VII)

Pero no todo es diversión. En 1939 es admitido en la Escuela Central de Arte poco antes del comienzo de la guerra, y con ella la presencia del ejército norteamericano en buena parte de Europa, incluida Francia. Sus soldados son los encargados de proteger los lugares públicos incluidos los de diversión como el Club Pam-Pam o el Royal Villiers, donde se presenta la orquesta de Claude Abadie y Vian ejerce de trompetista. Se trata de una agrupación de aficionados que presume de su condición, lo reivindican actuando con chaquetas azules en contraposición de las blancas habituales en los grupos profesionales. Sus honorarios más repetidos son el mantenimiento, es decir la comida y la bebida. Son tiempos difíciles y conflictivos donde la remuneración en especie puede considerarse un salario de privilegio, a veces transformado en contraprestación económica. Cuando el empresario no cumple con el compromiso adquirido los músicos suelen apropiarse de alguna parte de los instrumentos musicales del local como las teclas de un piano, lo que origina el despido inmediato de la banda. No es un gran instrumentista pero su forma de tocar la trompeta no pasa desapercibida. Lo hace con la boquilla a un lado de la boca e intenta asemejarse a su admirado Leon Bix Beiderbecke, el gran trompetista blanco por el que siente fascinación. Vian es uno de los grandes introductores del jazz en Francia, que hasta entonces sólo ha dado sus primeros y pequeños pasos, disfrutando de unos conocimientos e información musical privada a la mayoría.

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