"Ración de boogaloo con salsa en Pirineos Sur" por Benjamín Machón

Los colombianos de La 33 se presentaban en el escenario de Sallent de Gállego con un historial que presagiaba una gran noche de ritmos bailables. Deberían ser conscientes de ello los muchos bailaores y bailaoras desplazados al Valle de Tena desde los más diversos lugares deseosos de contemplar a una de las grandes bandas latinas de la actualidad.

El inicio del concierto fue explosivo, interpretando la canción homónima del grupo, haciendo presagiar lo que nos iban a conceder estos magníficos músicos. Un regalo que por segunda noche consecutiva se envolvió en papel de lluvia, lo que no impidió que todos aceptaran el presente sin la más mínima contrariedad.

Con una combinación musical en la que se acentúan unos potentísimos metales y una variada pero muy bien definida percusión, destacando unos arreglos muy actuales sin perder de vista la tradición salsera más añeja. Completan el combo tres cantantes, parecidos, pero diferentes, que dan a cada tema una identidad propia sin cesar de danzar en todo momento.

Supieron hacerse querer por un público calado, que en ningún momento dejó de bailar a pesar de la intensa lluvia. Descendieron del escenario para sentir más cerca la vitalidad de los asistentes que no tuvieron inconveniente, al contrario, en convertirse en actores de las diversas performances sugeridas. Ayudaron a superar las adversidades climáticas con otra lluvia, esta de globos pintados de amables sonrisas que hicieron desplegar a los colombianos presentes la bandera tricolor de su país.

La 33 demostró que la salsa está muy viva. Ésta agrupación surgida a principios de siglo en la calle del mismo nombre en la ciudad de Bogotá, reivindica la herencia de los más grandes genios del género y del ritmo total como de Benny Moré, la fuerza arrebatadora de La Lupe, las percusiones de Tito Puente o las letras de Frankie Ruiz. Salsa con espíritu, surgida de la realidad bogotana que habla con y de amor, sin despechos ni tradiciones, huyendo del lado sensiblero, banal y comercial que ha imperado en los últimos años en las propuestas más comerciales de este género musical.

Sorprendente fue la versión que realizaron de la popular “Roxanne” de The Police, antes de asistir a un diálogo rítmico entre las diferentes percusiones que se enzarzaron en un combate musical para deleite de los asistentes, concluyendo con una descarga explosiva que empujaron al público a bailar sin freno y a pedir una y otra vez la vuelta de la banda al escenario.

Al finalizar la actuación era palpable la satisfacción de los presentes que disfrutaron y bailaron sin dar tregua donde más de noventa minutos en otra de esas noches mágicas de Pirineos Sur.

Foto: Pilar Hurtado.

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