"Romper prejuicios" por Juan Gavasa


Pirineos Sur se inventó para romper tópicos. Decía Marcel Proust que “viajar no es cambiar de paisaje sino cambiar de mirada”. El Festival oscense nació hace casi dos décadas con ese propósito, con el de superar prejuicios y mostrar las culturas del mundo sin los barrotes de lo pintoresco y la necedad de los tópicos. En este tiempo el Festival ha trabajado concienzudamente para educar el oído y abrir las mentes. Podría parecer pretencioso el objetivo, pero en realidad en cada edición de Pirineos Sur se ha propuesto un viaje sonoro para cambiar la mirada del espectador sin necesidad de alterar el paisaje. El Valle de Tena se muestra estos días espléndido, consecuencia de una insólita primavera húmeda que ha dejado unas montañas tupidas de un intenso verde. Por lo tanto, el paisaje sigue siendo el mismo pero una vez más lo que cambia es la mirada que Pirineos Sur quiere proyectar del mundo, siempre en la búsqueda de la identidad, sin artificios.

Se podría pensar que en Argentina el tango y la canción de autor lo dominan todo. Falso. Se podría pensar que en México las rancheras y los narcocorridos no dejan espacio para nada más. Falso también. Sería como dar por buena la especie de que en España más allá del flamenco sólo existen campos yermos. En la noche del viernes se dieron cita en el nuevo auditorio de Lanuza dos propuestas que hacen saltar por los aires algunos prejuicios de cuna. La noche era memorable, tanto en lo musical como en lo meteorológico. Y esto último no es un asunto baladí para los que han sufrido durante la historia del Festival los rigores inclementes del verano pirenaico. No hicieron falta ni chaquetas ni anoraks. Un festival veraniego en toda regla, un lujo.

Estelares es un cuarteto de largo recorrido. Surgió en 1996 en La Plata a raíz de la puesta en común de unas cuantas certezas musicales, que transitaban desde la inevitable flema tanguera argentina hasta el pop melódico británico, todo ello aderezado con una solvente capacidad literaria de Manuel Moretti, el vocalista y guitarrista del público. Ellos reconocen su deuda eterna con Los Beatles, aunque ya se sabe que las influencias pueden resultar irreconocibles cuando pasan el filtro de un estudio de grabación. Desde entonces el grupo ha experimentado una interesante evolución, que le ha permitido sumar nuevos sonidos y enriquecer su directo.

Es inevitable la comparación con Calamaro y con el propio Fito Paez (que actúa en la noche del sábado en Pirineos Sur), pero igualmente se entreveran algunos punteos de guitarra que suenan a Wilco y a algunas otras bandas del nuevo rock americano. Esta es la mejor noticia; la versatilidad sonora de Estelares y su eficacia en directo, como demostró sobradamente el viernes en Pirineos Sur, presentando las canciones de su último disco “Una temporada en el amor”.

Estelares dejaron el camino allanado a Molotov. Cambio de registro y una nueva patada a los prejuicios. Los mexicanos irrumpieron hace 15 años en el panorama musical con una irreverencia desconocida. Letras muy agresivas, crítica sin concesiones a los poderes políticos y económicos, agrestes producciones y una fuerza en directo que se acentuaba con la violencia sonora que transmitían sus dos potentes bajos. Molotov llegó para romper con todo lo establecido e inevitablemente encontró el respaldo mayoritario y entusiasta de un público joven que sintió fascinación por ese artefacto sonoro. Molotov sonó el viernes en Lanuza con la misma potencia de siempre, pese a la errática carrera del grupo, que incluso les llevó a anunciar su separación hace tan solo tres años. Fue un globo sonda que, por suerte, nunca se confirmó.

Poderosos y contundentes, los mexicanos ofrecieron un largo repertorio que bien podía ser una retrospectiva de toda su carrera. Fue un concierto que comenzó con titubeos y terminó con una arrolladora explosión sonora, casi incontrolable. Tocaron sus éxitos más aclamados (“Puto” fue el más vibrante), y otros que pertenecen a trabajos más recientes como el disco “Con todo respeto”, en el que versioneaban clásicos de rock contemporáneo. El concierto lo abrieron con una demoledora versión del “Amadeus” de Falco. Probablemente el directo es el hábitat natural de Molotov, el ámbito en el que mejor pueden desarrollar todas sus capacidades como músicos, sin las limitaciones del frío estudio de grabación. El viernes en Lanuza confirmaron que existe una banda para mucho tiempo, si mantienen la complicidad mostrada en Pirineos Sur.

Foto: Pilar Hurtado.

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