Música popular y acción política

Ayer jueves, 5 de agosto, presentó su candidatura a la Presidencia de Haití el rapero Wyclef Jean. Conocido entre otras cosas por haber formado parte de uno de los grupos más interesantes del hip hop The Fugges, cuyo nombre proviene de una adaptación de la palabra refugge (refugiado), con los que consiguió ventas millonarias y dos Grammys con el disco “The Score”.
El antiguo taxista debe buena parte de su popularidad al colaborar o trabajar con artistas como Santana, Mik Jagger, Celia Cruz, Stevie Wonder, Cypress Hill, Bounty Killer, Whitney Houston, Destiny's Child, Sublime, Simply Red, Mya, Sinéad O'Connor, Flo Rida, Kimberly Scott, Queen, Canibus, The Black Eyed Peas, Shakira, Eros Ramazzotti.
A pesar de ser una auténtica estrella musical en Estados Unidos nunca dejo de lado sus orígenes y sus influencias caribeñas tiene presencia en buena parte de sus composiciones e interpretaciones. Siempre ha mantenido que la música puede ser un buen instrumento para la vertebración y transformación social.
Desde su fundación Yéle Haiti contribuye a conseguir todo tipo de ayudas para su país. Este año realizó un homenaje a Michael Jackson cuyos fondos fueron destinados a la reconstrucción de su país tras los efectos devastadores del terremoto del pasado 12 de enero.
La actividad política del rapero haitiano no es una excepción, aunque sí es que un músico en activo aspire a la presidencia de un país.
Aunque muchas veces silenciada la música popular ha tenido importantes activistas políticos. De todos es conocido el papel de algunas de las figuras más reconocibles como Woody Guthrie, Arlo Guthrie, Phil Ochs, Bob Dylan, Patti Smith o Joan Baez, pero evidentemente hay otras muchas no políticamente tan correctas, que casi nunca son mencionadas.
En Estados Unidos era habitual la suspensión de conciertos de grupos punks como Dead Kennedys o Weirdos. Iggy Pop en sus conciertos evidenciaba la naturaleza conservadora de la sociedad americana. MC5 se convirtieron en militantes políticos de cientos de causas, incluso su manager, John Sinclair, acabó en la cárcel. El movimiento musical feminista Riot Grrrl con artistas como L7, Bikini Kill o Tiger Trap fue silenciado continuamente. The Crass desafiaban al orden con sus propuesta anarko-punk. Cuando a The Sex Pistols les prohibieron actuar en suelo británico un dudaron en subirse a un barco para tocar sobre las aguas del Támesis. The Clash mientras recordaban a nuestros héroes republicanos no olvidaban que Londres estaba a punto a de arder por su realidad social. Saul Williams, el colectivo [SIC] o Dj Spooky actualmente inundan las pistas de baile con sus propuestas electrónicas más politizadas. En nuestro país bandas como Eskorbuto, La Banda Trapera del Río, La UVI, Desechables o Decibelios no tuvieron el reconocimiento merecido al apoyarse mediática y políticamente a grupos más amables, y conservadores musical y estéticamente, encuadrados en la llamada movida.
Muchos de estos actores han sido descalificados con adjetivos contundentes, incluso animando a la exclusión social de los mimos. Pocas veces se ha valorado que a través de su música se ha contribuido a vencer el conservadurismo y el puritanismo de buen parte de la sociedad propiciando la participación masiva en movimientos de liberación sexual, feminista, pacifista… En las manifestaciones anti-OTAN en nuestro país la canción más escuchada era el “Ataque preventivo de la URSS” de Polansky y el Ardor.
Se podían mencionar a cientos de artistas comprometidos políticamente a través de la música. La mayoría son ignorados por una sociedad que solo permite la visualización de la acción política a través de los cauces de participación convencionales. Otro error de una sociedad que no percibe que cada vez se abren más cauces para la libertad creativa y de expresión donde la música popular tiene un papel fundamental a desarrollar.

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