“La transformación política y cultural de cualquiera”. Intervención en la Cumbre por la Paz en Colombia

En la pasada Cumbre Mundial de Arte y Cultura para la Paz en Colombia celebrada del 6 al 11 de abril en Bogotá tuve tres intervenciones, en tres espacios diferentes (teatro, cineteca e instituto nocturno). Comparto aquí una de esas intervenciones. 



Muchas gracias a la ciudad de Bogotá por permitirme participar en esta Cumbre. Esta intervención está basada en mi realidad más próxima, ni siquiera la española, más bien la madrileña y de algunas preguntas universales de imposible respuesta para mí.

¿Cuál es el papel social del arte y la cultura en la actualidad?

Para mi existen más dudas que nunca sobre una acertada respuesta y surgen más interrogantes. La cultura, ¿es exclusivamente representativa?, ¿es dinámica?, ¿activa?, ¿qué papel juega en la actualidad en la interpretación y reflexión de lo que acontece?, ¿qué es cultura?, ¿a quién podemos considerar artista en la actualidad?

En las últimas décadas se han producido muchos cambios: feminismo, situacionismo, punk,  okupas, zapatistas, ecología, antiglobalización…

Otras maneras de intervención en lo público, con una visión muy amplia de lo cultural, de lo artístico, del espectáculo. Una visión menos competitiva, más democrática de la sociedad y del papel en ella de las personas, que tiene que ver con la evolución de la sociedad con un papel esencial de las Tecnologías de la Información y el Conocimiento.

El papel de la alta cultura y del museo se discuten abiertamente. Su cuestionamiento va parejo  a la crisis de la representación política, relegada casi en exclusiva a procesos electorales. Crisis de representación cultural y política discurren en paralelo. Walter Benjamin ya habló de politizar el arte, de democratizar la cultura, en eso andamos: ante la idea de democratización cultural planteemos la democracia cultural. Ante la democratización política, democracia política. Ante la democracia representativa, democracia participativa. La palabra democracia no siempre significa lo mismo.

Jordi Claramonte plantea pasar del Arte del Concepto al Arte del Contexto. Nuevo escenario donde es difícil distinguir entre relaciones efectivas y afectivas. Ante una realidad que se intenta camuflar, es preciso afirmar con rotundidad que cualquier intervención pública, es política, que toda intervención artística es pública, o debería serlo, y por lo tanto es política. Claramonte en su “arte de contexto” relata con acierto la vinculación entre guerra, cultura y política.

Las vanguardias existen en los ejércitos con sus unidades de élite, elites que en la cultura siempre han sido evidentes. Lo mismo ocurre con la clase política con responsables a los que parece que todo está permitido. En ambos escenarios intervenciones basadas: en lo táctico, lo estratégico y lo operacional. Cuando hablamos de intervenciones en lo público, ¿hablamos de una actividad artística, bélica o política? ¿O de todas a la vez ya que son indisolubles?

Estamos en guerra permanente; los que quieren tener más y los que intentan sobrevivir. Una guerra con armas desiguales, donde todos estamos armados. Los gobiernos con armas que reprimen, matan y saquean el planeta. La población con ideas, creando imaginarios compartidos. Una guerra disímil que viene de lejos, que posiblemente comenzó antes del 68 cuando los estudiantes franceses y los trabajadores checos sobrepasaron a las organizaciones políticas y sindicales tradicionales, con intervenciones culturales en la mayoría de las ocasiones poco reconocidas. Debajo del asfalto, está la playa.

¿Qué fue el punk? Una revolución política. Igual que los movimientos ecologistas, feministas, okupas, pacifistas…



DESOBECEDER AL PODER COMO OBLIGACION DEMOCRÁTICA

En Madrid, en España, el ejemplo más visible ha sido el 15M. No fue el primero, ni el único. Después de una manifestación, sin  sindicatos, ni partidos, el 15 de mayo de 2011 en Madrid, se produce una autoconvocatoria ciudadana para acampar en la Puerta del Sol, centro geográfico del país, exigiendo más democracia.

Cita política y cultural con mucho de personal: no nos gusta lo que hay. No queremos ser pasivos, queremos cambiarlo pero no podemos hacerlo solos. Hartos de políticos corruptos: “no nos representan”. De banqueros estafadores: “no somos mercancía”. Exigiendo la supremacía de la política y que la economía no prevalezca en  las intervenciones  políticas.

Muchos antecedentes mostraron el camino: la historia del movimiento obrero, huelgas generales, movimientos medioambientales, feministas, okupas, derecho a la vivienda, al trabajo, la educación, la sanidad universal, igualdad de derechos de los migrantes, de la diversidad sexual…

Ejemplos a cientos: desde el Mayo francés al Corralito argentino. Desde la Plaza de Tianamen a la revolución sin tiros de los zapatistaz, pasando por La Minga. Protestas no violentas en escenarios violentos. Movimientos que podríamos denominar “tradicionales” y otros “nuevos”: insumisos, anonymous, abolicionistas de la deuda externa, Wikileaks… en muchos escenarios diversos: Italia, Estados Unidos, Brasil, Grecia, Túnez, México, Argentina, Islandia, Marruecos, Portugal, Irlanda…

En España, el movimiento sin retorno fue la guerra de Irak: 91% de la población se posicionó en contra de esa guerra. El Gobierno de José María Aznar, del Partido Popular, mintió para justificar la intervención de España en la misma. Nuestra participación en esta guerra ilegal motivó los atentados de Madrid del 11 de marzo de 2004: casi doscientos muertos, más de mil heridos. El gobierno de Aznar volvió a mentir, acusando a ETA de estar detrás de los atentados.  La gran mentira dio paso a la indignación y está a la desobediencia con el resultado de un cambio de gobierno.

Desde el No a la Guerra al 15M han pasado muchas cosas: Asociación Víctimas del 11M “Todos íbamos en ese tren”, huelgas generales, V de Vivienda, derecho a la vivienda, Juventud Sin Futuro, Plan Bolonia… junto a nuevos medios de comunicación independientes y manifiestos fáciles de entender llamando a la movilización colectiva: Indignados, Reacciona…

Tampoco es nada nuevo: Antes del 15M ya hubo acampadas en la plaza pública:, 0,7% del presupuesto del Estado para ayuda al desarrollo o el Campamento Sintel contra la privatización de dicha empresa de telecomunicaciones. Lo nuevo es la experimentación en las plazas, en las calles.

¿Cómo se convoca? ¿Cómo se comunica?

·    De forma presencial (CIUDAD SOL): Acudiendo a la plaza, participando en las asambleas, descentralizando el movimiento por los barrios de la ciudad, participando en los grupos y comisiones de trabajo: Legal Sol (abogados 24 horas), comunicación, difusión, limpieza, alimentación, actividades (biblioteca, pancartas), enfermería…

·       Online en La Red: Twitter, Facebook, streaming, blogs y páginas personales.

¿Cómo es la plaza?

Multigeneracional, multigénero, sin siglas, sin banderas de partidos o de sindicatos. Incluyente, respetuosa, sin bebidas alcohólicas, buscando el consenso, excluyendo cualquier tipo de violencia, admitiendo donaciones pero no dinero.

Fomentando inteligencias colectivas: Todos hacemos, todos construimos. Apostando colectivamente para transformar la sociedad. Estamos porque queremos estar, nadie nos obligada. Construyendo espacios para los que no los tienen, rompiendo el aislamiento que supone la competencia. Solidario: “si nos tocan a una, nos tocan a todas”. Sin cinismos, con el  apoyo de la ciudadanía, más del 70% de la población apoyaba el movimiento, promoviendo la difusión en otras ciudades, provincias, países y colaborando con experiencias similares desarrolladas en cualquier lugar del mundo.

Movimiento emocional y de pensamiento, absolutamente cultural; lo queremos todo y lo queremos ahora. Transversal; todos servimos, todos hacemos. Englobando a todos. Con la participación de muchísima gente sin experiencia política. Partiendo de realidades generales y de los problemas concretos de cada uno. No es un movimiento de marginales, de personas excluidas, es gente normal, con estudios, con problemas como la mayoría de la población que no quiere seguir estando excluida. Promoviendo propuestas donde todos nos sintamos cómodos.

Alertas ante la privatización del movimiento por partidos de partidos o sindicatos. Donde la violencia es excluida, impedida; La violencia genera reacción, está más violencia y al final todo se acaba reducido a ella.

Democracia de la calle, de las plazas, de los barrios. Se quiere vivir,  trabajar, cambiar. La tesis de la complementariedad que diría Tim Ingold: cuerpo, mente, cultura. 

Experimentando lo que manifiesta Pierre Bourdieu: “El conocimiento no es importante por la mente, es la propia experiencia la que genera que las personas se impliquen en las cosas que la afectan directamente”. Práctica, actividad que nos hace aprender y avanzar.
Haciéndolo entre nosotros y en común se pone en jaque al estado cuestionando sus instituciones, generando comunidad, mostrando que realmente otro mundo es posible. 

Representación en entredicho cuando se articulan nuevas prácticas. El objetivo ser un movimiento de los movimientos. Democracia directa en lo cercano, participativa en las instituciones. Cambio político, estético y, por lo tanto, cultural.

¿Qué supuso el 15M?

Ensayar en las calles lo que se hacía en las redes, democratizarlas para crear interferencias y estados de opinión aprovechando los adelantos técnicos. Contagio viral de las emociones, negación de la competencia entre iguales.

¿Qué ocurrió tras el 15M?

Descentralización en barrios y pueblos. En los barrios de Madrid hay más de 100 asambleas populares. Mareas ciudadanas para defender servicios públicos de calidad. Han surgido colectivos sectoriales de todo tipo,  nuevos medios de comunicación, nuevos partidos políticos y candidaturas ciudadanas.

¿Qué significa el 15M?

Apoyar la construcción de un nuevo paradigma, femenino y estético donde lo importante es compartir y no competir diferenciado totalmente del modelo de capitalismo individual, competitivo  y masculino.

El renacer de la utopía en lo común. Un proceso cultural donde todos somos creadores y actores, no solo consumidores. No basta con disfrutar de la cultura, hay que hacerla. 

Dignificar la vida y las personas ante mercancías y economía. Intervenciones pacíficas en todas las acciones, apoyando y apostando por los procesos de paz. No hay que hablar de paz, hay que construirla, pero no se puede hacer sin justicia.

Un mundo que reclama más democracia no se puede mover con esquemas del siglo pasado.  La representación en entredicho. El cambio está en las calles, tarde o temprano estará en las instituciones. Cambio estético, sensible y emocional para revisar visiones y valores, sin olvidar la realidad que hace que unos pocos tengan casi todo y la mayoría no tenga casi nada. Las singularidades como base del proyecto colectivo, enfatizando que la diversidad (política, social, étnica, sexual, religiosa) es una ventaja y no un problema.

Han pasado cuatro años y han cambiado muchas cosas: La sociedad española está más politizada que nunca. El gobierno está utilizando todas las herramientas del estado para mantener los privilegios de unos pocos, con leyes como la mordaza, la ley de propiedad intelectual, las leyes de “seguridad ciudadana”.

Se ha perdido el miedo y eso produce mucho miedo al Estado. Hemos aprendido que la democracia cultural y la democracia política son aspiraciones irrenunciables. La utopía sigue siendo posible. La movilización ha sido emocional, ahora el reto es articular todas esas emociones en herramientas comunes de transformación, en intervenciones políticas y en eso la cultura tiene papel cardinal y eso será la mejor manera de contribuir a la paz en todos los lugares.

En eso andamos.


GRACIAS.

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