Bataclan, la sala atacada en París era el baile español

Le Bataclan en París.

Texto publicado ayer El Asombrario

Este domingo se han cumplido cuatro meses del atentado terrorista en cadena que segó la vida de 130 personas en París y que hizo que la sala parisina de Bataclan pasara a la historia como escenario de la peor salvajada. Sucedió el pasado 13 de noviembre, durante la actuación del grupo estadounidense Eagles of Death Metal. Pero aquí queremos recuperar otra parte de la historia de esa sala, que en los años setenta era conocida como “el baile de los españoles”.

No deja de asombrar que la sala se haya popularizado mundialmente por un acto tan horrible y no antes por la cantidad de actividades desarrolladas desde aquel primer café-teatro, puesto en pie por el arquitecto Charles Duval en 1864. Prince, The Cure, The Clash, Los Ramones o The Velvet Underground son sólo algunos de los nombres ilustres que pasaron por su escenario. Precisamente Lou Reed, Nico y John Cale grabaron un disco en directo en la sala, Le Bataclan 72, que durante años circuló en versión pirata hasta que se publicó oficialmente en 2004. La primera vez que volvieron a tocar juntos tras la disolución de la famosa banda neoyorquina.

Hasta aquí un poco de la historia más o menos conocida en los ambientes musicales.
Pero pocos saben que fue un lugar de encuentro para muchos españoles obligados a emigrar por motivos económicos, por motivos de clase. De hecho, a principios de los setenta la sala era conocida como “el baile de los españoles”, pues la sala era alquilada para celebrar encuentros recreativo-musicales como un singular círculo español.
En un ambiente así, no era de extrañar que algunas figuras de nuestra canción como Manolo Escobar, Antonio Molina, Camilo Sesto, Juan Pardo, Marifé de Triana, Carmen Sevilla y Concha Piquer se presentaran en su escenario.



Indagando en la historia española de Bataclan nos encontramos con un hecho curioso, protagonizado por emigrantes españoles. En 1971, Roberto Bodegas dirige su primer largometraje, Españolas en París. Se estima que entonces cerca de 40.000 españolas trabajaban de empleadas de hogar en la capital francesa. Buen motivo para contar una historia sobre ellas. Protagonizada por Ana Belén, Laura Valenzuela, Máximo Valverde, Tina Sainz, Elena María Tejeiro, José Sacristán y Emma Cohen, la película narra las vivencias de cuatro de ellas. Ana Belén, Isabel en la ficción, tiene una relación con otro español con novia en España. Sus amigas aconsejan que le abandone, no hace caso, se queda embarazada y es abandonada al negarse abortar, intentando salir adelante en solitario con sus propios medios.

Bataclan. Sábado por la noche, sala abarrotada. Mesas llenas de botellas y vasos. Humo de tabaco y baile, muchos bailes desplegados por la orquesta desde el escenario. Nostalgia y modernidad para un público español diverso. La actuación se ve interrumpida para presentar a una de las protagonistas de la película, Laura Valenzuela, venida directamente desde Madrid, y al director.

Abucheos y gritos de desaprobación resuenan en toda la sala, incrementándose cuando la entonces famosa presentadora de televisión sale a saludar. Ni sus palabras amables ni su llamada al espíritu nacional, “todos somos españoles”, consiguen aplacar los ánimos y se ve obligada a abandonar la escena. Turno para el director, que apela a unos versos de Celaya para intentar apaciguar el ambiente, consiguiendo el resultado inverso.

Acaba esta primera parte, orquesta y música enlatada llevan la paz a la pista de baile, que vuelve a enardecer cuando se anuncia que se va a proceder a la entrega de cuatro medallas, a dos de las protagonistas, al director y al productor. La sala es un clamor de reprobación al grito de “comerciantes, comerciantes”, algo similar al grito en el deporte de “peseteros, peseteros”. Félix Fanés contaba en un Fotogramas de la época lo siguiente: “El maestro de ceremonias se indignó y calificó al respetable de rebaño de ovejas que se dejaba conducir por una minoría disconforme”. La versión oficial parece que hizo hincapié en un altercado protagonizado por comunistas españoles y compañeros franceses de viaje.

Más cierto parece ser que la película, estrenada en España un año antes, había causado alarma entre los familiares de los emigrantes por las posibles similitudes entre ficción y realidad. Y los asistentes de aquel sábado a Bataclan quisieron mostrar públicamente su disconformidad por los contenidos de una película, que no habían visto, pero que para ellos distorsionaba su realidad y su dignidad como trabajadores emigrantes.

Como última curiosidad, relatar que la película fue premiada en el Festival Internacional de Cine de Moscú y que el director manifestó su simpatía por los que amargaron aquel estreno parisino que casi nadie narró, pero que también forma parte de nuestra historia colectiva, de nuestras guerras culturales. Y de la historia de la ahora tristemente sala Bataclan.

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